CAPÍTULO 9.1 -- REQUIEM

(Para ambientar recomiendo esta canción que viene unida a este video:Música Ambiente

ASTHIROT se encontraba solo en su lúgubre habitación apoyando su codo sobre las teclas de su antiguo teclado mientras su otra mano, concretamente su dedo índice, jugueteaba con el borde de la copa ahora casi vacía de un líquido rojo y denso.
De repente tocaron suavemente a la puerta color caoba que separaba su dormitorio con unas escaleras de caracol.
.-“Adelante” –dijo a la persona que estaba en la otra cara de la puerta.
.-“Señor” – un hombre de cuerpo delgado y cara consumida y pálida entró en la habitación portando bajo su brazo derecho un yelmo con cara de bestia adornado con algunos detalles dorados – “tenemos nuevas noticias. El informador acaba de llegar con la ayuda del fuerte viento que ahora azota la ciudad.”

ASTHIROT se incorporó del asiento y se levantó para prestar atención al guardia que acaba de perturbar la tranquilidad del dormitorio.
.-“Dice que ha avistado tropas enanas, de nuevo, atravesando las praderas y montañas” – comenzó a hablar el guardia observando como ASTHIROT cruzaba la habitación cabizbajo y pensativo – “por lo que lo que ha oído en el propio campamento son refuerzos con destino “La Montaña del Oeste” y parece que están bien armados. Lástima que desconozca quien los dirige, sería un buen dato a tener en cuenta”.
Cuando terminó de hablar el guardia ASTHIROT lo observó con la mirada tranquila.
.- “Parece que esas criaturas deformes y barbudas no toman en serio nuestras amenazas, quizás demasiado tiempo dormitando…”
Demasiado, pero aún no es tarde – pensó para sí el vampiro.

.-“¿Qué debemos hacer mi señor?”– rompió el silencio el guerrero.
.- “Lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo, mostrarnos y conquistar toda tierra viva que se nos ponga a nuestro paso, más allá de mares y de las montañas.
Mandarle un cuervo a mi hija MYRELLA, informarla de todo esto. Ella se encargará de esos vivos que osan pisar mis tierras estériles, ordenadla que no tenga compasión y que una vez haya derrotado al general que lo dirigía me lo traiga vivo. Yo le enseñaré que es lo que debe y no debe hacer”.
.-“Como ordene, mi señor”– el guardia salió raudo de la habitación cerrando tras de sí el portón para volver a dejar de esa manera la habitación en el más completo silencio.

ASTHIROT una vez solo de nuevo se dirigió al ventanal y descorrió apenas unos centímetros la cortina con sus dedos para observar las tierras que se extendían más allá de la fortaleza; tras un rato, se giró y volvió a sentarse sobre el taburete que acompañaba al piano, cogió la copa y vació el contenido de la copa de un solo trago. Tras esto colocó los dedos sobre las blancas y algo desgastadas teclas del instrumento para dar comienzo a una melodía lenta y lúgubre.
.- “Este Requiem es en vuestro honor, enanos” – dijo al acabar de tocar la melodía